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El pesquero ruso “Oleg Naydenov”

El pesquero ruso “Oleg Naydenov”

por 26 mayo, 2015

Hace más de un mes que el buque pesquero yace bajo el mar, hundido a 2700 metros de profundidad en aguas cercanas a Canarias.

Se vive con preocupación por parte de los habitantes canarios este suceso, sin embargo, el gobierno canario insiste en el trabajo duro que se está realizando, sellando las ranuras por las que el fuel fluye.

La operación se lleva a cabo por máquinas preparadas en las que sigue habiendo supervisores de carne y hueso para controlar el buen funcionamiento del proceso. Alerta máxima en el área, dónde los diferentes departamentos del gobierno, como Medio Ambiente y Fomento, realizan diversas actividades de control en las playas y en la fauna, evitando que pueda ser dañado. También distintas flotas de salvamento y control vigilan el área desde la distancia, y helicópteros rodean la zona repartiéndose turnos de control.

Según el Gobierno, el problema será solucionado con la máxima brevedad, el trabajo es pesado y complejo, pero las máximas medidas preventivas están en funcionamiento.

Diferentes grupos ecologistas, protestan ante el suceso, e incitan a la población al reclamo continúo de las pocas medidas que se exponen a la hora de salir a mar abierto con toneladas de componentes contaminantes, peligrosos para la fauna, flora y la población en sí. Y en caso de que la catástrofe llegase a casos extremos, y el fuel no hubiese sido paralizado, la costa de las islas, podría verse infectada de fuel pesado y poco volátil. Su adherencia y su viscosidad dificultarían la limpieza. Y las tasas de mortalidad en aves y animales acuáticos serían elevadas así como el impacto negativo al medio ambiente que sería notable.

Ya no solo existirían impactos ambientales, si no que el turismo y por tanto los beneficios económicos que traen las actividades turísticas, se verían afectadas. A 26 de mayo de 2015, y la sesión de verano a punto de empezar, Canarias se ve envuelta en esta catástrofe que poco a poco se solucionará y hará frente a la normalidad que espera impaciente.